A su paso nacen las flores...
Un día lo crucé caminando por una calle de nombre olvidado,
llovía, o por lo menos creo que llovía. Más temprano recuerdo
haber visto a una mujer con paraguas, en realidad recuerdo a una
mujer con un escote pronunciado que me hizo mirar hacia abajo
y algo que parecía un paraguas en su mano derecha.
Digamos que llovía.
No hubo charla, solo contemplación, esa que se da habitualmente
entre un hombre y un reno gigantesco con cornamente hecha de
ramas de sauce. Me confié, como no hacerlo, si después de todo los renos no comen gente.
A su paso mueren las flores...
17 abr 2008
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